Mágica Georgetown

Nov 1, 2014 | 5 Comentarios

Georgetown Penang

Georgetown es probablemente mi ciudad favorita de Asia. Es difícil escribir sobre un lugar que me gustó tanto. Esta crónica será muy personal y subjetiva.

Georgetown es la capital de la isla de Penang, al norte de Malasia, y fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2008. Es muy turística pero conserva un encanto que la hace única.

Llegué a Georgetown en autobús, procedente de Kuala Lumpur. Tenía las expectativas muy altas ya que había leído bastante sobre este lugar y sabía que, entre otras cosas, Georgetown estaba llena de arte callejero, algo que cada vez me gusta más. La ciudad superó todas mis expectativas.

Me hospedé en un albergue que tenía muy buenas críticas en internet. La realidad fue que el albergue estaba casi vacío así que era difícil conocer otros viajeros. Aun así salí a descubrir la ciudad, que ya desde el primer momento me encandiló.

Clockwise hostel Penang

Clockwise Hostel

Restaurante chino Georgetown

La población en Malasia está compuesta principalmente por tres grupos étnicos, los malayos, que son más de la mitad de la población y son musulmanes, los chinos y los indios. En Georgetown esta mezcla de culturas es bien visible.

Todos están mezclados pero al mismo tiempo cada grupo tiene su barrio o zona. En el centro de la ciudad predominan las casas de estilo chino con porche, suelos embaldosados y farolillos rojos, pero a la vez escuchas la llamada a la oración desde la mezquita más cercana mientras te llega un olor a curry procedente del restaurante indio de la esquina.

Georgetown es preciosa, a mí me sorprendió porque era como estar en diferentes países en un mismo día, de hecho esto pasa en Malasia en general.

 

Primer día en Georgetown

Mi primer día visité el Made in Penang 3D Trick Art Museum, un museo en donde me saqué muchas fotos con diferentes trucos ópticos, todo esto bajo la atenta mirada de un grupo de escolares malayos muy escandalosos.  Recorrí el paseo junto al mar dominado por el fuerte Cornwallis y entré a una iglesia católica donde me pareció estar en alguna isla de las Antillas, aun sin nunca haberlas pisado. Paseé por el barrio de pescadores llamado Clan Jetties en donde la comunidad china que se estableció en la isla varias generaciones atrás, vive todavía en casas de madera flotantes, dejando puertas y ventanas abiertas, así que es común verles en sus quehaceres diarios.

También tomé un café en el Purrfect Cat Café, una cafetería donde los gatos andan a sus anchas y los amantes de estos felinos podemos disfrutar de jugar con ellos. Y evidentemente, callejeé mucho, descubriendo murales y obras de arte en las paredes, graffitis, y detalles en los lugares menos pensados.

Casas en Penang

Made in Penang 3D Trick Art Museum

Iglesia anglicana St. George en Georgetown

Iglesia anglicana St. George

Casa típica china en Penang

Explorando la isla de Penang

El segundo día conocí a Yulia, una chica ucraniana que acababa de llegar para ser voluntaria en el albergue donde me estaba hospedando. Huía de la situación convulsa en la que se encontraba su país. Daba la casualidad que el vuelo MH17 de Malaysian Airlines había sido derribado en cielo ucraniano pocos días antes. O esa, al menos, es la versión oficial.

Con ella conecté de inmediato. Era una chica sonriente y divertida a la que cogí mucho cariño.

Tomamos un bus local que nos dejó a los pies del funicular que subía a Penang Hill, el punto más alto de la isla de Penang, con 833 metros. Queríamos ir por las vistas pero fue un auténtico fracaso porque había una niebla que no dejaba ver nada y el funicular era carísimo, pero nos divertimos igual. La niebla, nos dijeron, venía de la quema de bosques en Sumatra, Indonesia, y por lo visto es algo que sucede muy a menudo. La colina es un lugar muy turístico donde hay un bar restaurante algo caro, tiendas de souvenirs, un mini parque de atracciones, una mezquita y un templo hindú.

Ese mismo día visitamos Kek Lok Si, uno de los templos budistas más grandes del sudeste asiático. ¡Era enorme! Es una visita que valió la pena, allí conocimos a Belén, una chilena que estaba pasando una temporada en Malasia para su tesis sobre el batik, una técnica de teñido de telas típica de Indonesia.

Restaurante en Penang

Con Yulia en un restaurante chino

Kek Lok Si

Vida nocturna en Georgetown

Pero llegó la noche y me sentía sola, había pasado el día en compañía y de repente a la hora de cenar estaba sola en una ciudad famosa por su gastronomía y con muchos restaurantes donde elegir. La chica ucraniana tenía una cita con gente de su país y la chica chilena quedó en escribirme más tarde. Sin embargo la vida te sorprende cuando menos lo esperas.

Fui a cenar sola a un pequeño restaurante en la calle principal llamado Monaliza Café. Mientras cenaba, recibí un mensaje de Pol, un chico de Barcelona al que había conocido 3 meses atrás en Chiang Mai, Tailandia. Pol estaba en Georgetown. A la media hora estábamos cenando juntos. Pol había salido de Barcelona en moto un año antes que yo, en abril de 2013, y había recorrido 100.000 km, viajaba sin prisas y ese día acababa de entrar en Malasia.

Terminamos la noche bebiendo cocktails gratis (los regalaban sólo a las mujeres) en un bar de moda junto con Belén, la chica chilena, y otros viajeros.

Tofu Malasia

La gastronomía en Malasia es una delicia

Street art en Georgetown

Parque Nacional, Karaoke, Little India y pulseras

Muelle en Penang

Los siguientes días, Pol y yo descubrimos la isla de Penang en moto. Visitamos el parque nacional de Penang, donde hicimos un pequeño trekking de una hora para llegar a una playa donde desovan las tortugas. No vimos ninguna, pero desde allí tomamos una barquita que nos llevó a una playa donde estábamos solos. Qué maravilla disfrutar del mar de Andamán y de sus aguas turquesas con la única compañía de algún cangrejo.

Los siguientes días disfrutamos de la ciudad y de los paseos entre callejuelas llenas de encanto, fuimos al karaoke, algo que los que me conocen bien saben que adoro. Me refiero al karaoke estilo japonés, es decir, una habitación privada e insonorizada con una televisión, el dispositivo para escoger las canciones, los micrófonos, un sofá, una mesa y buffet libre de comida y bebida durante horas. Y lo más importante, ganas de cantar y pasarlo bien. No canto bien pero me gusta, así que estos karaokes son ideales para mí.

Cenamos cada día en distintos lugares, probando cada noche comida de diferentes países, nos gustaba el barrio indio. Yo no he estado en India pero pasear por Little India me hacía sentir un poco más cerca del país al que espero ir algún día.

Penang es famosa por su gastronomía. Con Yulia, la chica ucraniana probamos buenos restaurantes chinos. Por las noches, en cambio, tocaba ir al bar de los cocktails gratis (solo para chicas). Era sencillo, Pol pedía un agua y yo iba pidiendo bebida gratis que compartíamos los dos. Al final de la noche solo debíamos pagar el agua, que siempre nos la daban gratis, que majos estos malayos.

Durante el fin de semana la ciudad rebosaba de turistas y Pol aprovechó para vender pulseras, algo que lleva haciendo desde hace meses y con lo cual se financia el viaje. Fue toda una experiencia acompañarle y conocer a tantísima gente que se le acercaba para preguntarle sobre su viaje, su ruta, la moto, etc. Gracias a eso conocimos a Jose y a su mujer Rosaline, un sevillano casado con una singapuresa que llevaba 10 años viviendo en Asia. Con ellos disfrutamos de las cervezas más baratas de Georgetown en Antarabangsa Enterprise.

También conocimos a una familia francesa que llevaban años viajando por el mundo con su caravana y sus dos hijas adolescentes.

Templo chino en Penang

Antarabangsa Enterprise

Con Jose, Rosaline y Pol en el lugar de la cerveza barata.

Después de una semana intensa, Pol y yo marchábamos a celebrar el fin del Ramadán (Hari Raya Puasa) en casa de una familia musulmana en Baling, al norte de Malasia. Lo haríamos en su moto, toda una nueva experiencia para mí. Después iríamos también a las paradisíacas islas Perhentian, pero ese es ya otro capítulo.

Definitivamente recomiendo Georgetown, una ciudad que ofrece tanto y donde uno a veces siente que está en India, otras en China, pero donde el Islam está presente en todas partes. Una ciudad donde comer es más que una necesidad, donde los muros tienen vida, donde el color y la cultura lo invaden todo y donde, a veces, encuentras a personas que te cambian la vida.

Street art en Georgetown

Street art Georgetown


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Comentarios

5 Comentarios

5 Comentarios

  1. Rata

    Me encantan tus crónicas Iris. Quiero saber mas …

    Responder
    • Irisenruta

      Gracias Rata, intentaré seguir contando mi experiencia en Malasia. Un saludo 😉

      Responder
  2. Sanghwa

    Hola! He venido a este blog para ver tu post! Aun estas en Asia? Con tanto frio estos dias, te envidio mucho! Ojala estuviera en un pais caliente!(?)(o caluloro?). Me alegro de que estes viajando muy bien y me interesan tus posts! No puedo imaginarme cuanto te madures en un ano conociendo varios lugares y a la gente nueva! (Mi espanol esta fatal. No he escrito en espanol desde hace mucho tiempo:() De todas formas, espero que te lo pases miy bien . Leyendo lo que escribiste, pienso que un dia tendre que viajar por todo el mundo como tu! Ahora mismo me concentro en el estudio, pero gracias a tus posts me siento como si viajara contigo. Feliz ano nuevo. Un abrazo enorme desde Corea.S!

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    • Irisenruta

      ¡Sanghwa! Ahora leo tu comentario, que ilusión leerte… imagino que sigues en Corea. ¿No tienes planeado ningún viaje a España? O quizás mejor, espero visitarte pronto en Corea 😉 Muchos besitos guapa

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  3. Lauli

    Iris me declaró muy fan tuya!! Me encanta tu blog y este post se lleva la palma! Yo de mayor quiero ser cómo tú, he dicho!!! Un beso enorme bonita!!

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