Las genuinas islas Camotes en Filipinas

May 27, 2023 | 0 Comentarios

Aventúrate a descubrir estas pequeñas islas, muchas veces ignoradas por los viajeros que visitan Filipinas. Un lugar donde el turismo de masas todavía no ha llegado, y donde podrás experimentar la vida isleña filipina desde una perspectiva más genuina. 

Después de casi un mes en Filipinas visitando islas tan conocidas y turísticas como Camiguín, Cebú, Bohol o Siquijor, queríamos pasar unos días en alguna isla menos frecuentada y tranquila. Después de mirar el mapa de la zona donde nos encontrábamos, ya que no queríamos tomar un vuelo, nos decidimos por Camotes 

Las islas Camotes son fácilmente accesibles en barco desde la ciudad de Cebú, así que allá que fuimos. 

Estamos hablando de octubre de 2019 y la realidad es que encontramos poquísima información al respecto, además de que nos pareció difícil encontrar alojamiento barato y de calidad, de hecho, de esto quiero también hablar en este post, porque fue de los peores alojamientos en los que me he alojado en mi vida. 

Yo en una barca recorriendo la escarpada costa cerca de Santiago Bay

Navegando cerca de Santiago Bay

¿Dónde están las islas Camotes?

 

Pero vamos por partes, las islas Camotes se encuentran dentro del grupo de las Bisayas (Visayas en inglés), justo entre otras tres grandes islas: Bohol, Cebú y Leyte. 

El grupo de islas Camotes está formado por 4 islas: Pacijan, Poro, Tulang y Ponson. 

Nosotros visitamos dos, Pacijan y Poro. Nos alojamos en la isla de Pacijan, la principal, alquilamos una moto y recorrimos esta isla y la de Poro, que están conectadas por una carretera asfaltada. 

Para llegar a Camotes tomamos el ferry de Jomalia desde el puerto de Mactan y en aproximadamente 1h30 llegamos a la isla de Pacijan 

Playa en el norte de la isla de Pacijan

Playa en el norte de la isla de Pacijan

 

yo conduciendo una moto en una carretera flanqueada por palmeras

Con la moto alquilada en una carretera de la isla de Pacijan

 

Pasamos 5 días en estas islas tan auténticamente filipinas. Cuando nos estábamos acercando al puerto de Consuelo, todo eran palmeras y verde, nos daba la impresión de que no eran islas como Bohol o Siquijor, con grandes puertos y grandes infraestructuras, sino más bien, un lugar más virgen y menos desarrollado. 

Al bajar del barco, eso sí, nos sorprendió la cantidad de mototaxis que nos querían llevar. Era realmente impactante teniendo en cuenta que no son de las islas más conocidas y turísticas. 

A cambio de unos pesos, dos moteros nos llevaron hasta el alojamiento al otro extremo de la isla de Pacijan. 

Nos alojamos en el Seaside Guesthouse, una casa de huéspedes que estaba literalmente delante del mar, de hecho, las olas chocaban contra el hormigón del edificio. 

El primero de varios malos momentos llegó nada más bajar de la moto y ver que en la entrada del guesthouse había una perrita atada dentro de una caseta, sin agua ni comida, rodeada de excrementos y con sus dos cachorritos revoloteando a su alrededor. Nunca entenderé la necesidad de tener un animal en estas condiciones. 

 

El alojamiento estaba regentado por una familia, apenas hablaban inglés y no eran muy amables. Nuestra habitación era muy sencilla, sólo tenía una cama y una ventana con vistas al mar. Había mucho olor a humedad y a salitre. El baño estaba en la planta baja, y creo que no había sido limpiado en años. Además, la puerta no cerraba bien, así que quien estuviera en el salón, podía verte tranquilamente mientras te duchabas o hacías tus necesidades.  

Eso si podías ducharte, porque en muchos momentos no había agua, y tampoco electricidad. Los cortes eran constantes.  

Para terminar de quedar horrorizada, había una perrita ciega atada al lado de unas escaleras donde, cuando la marea estaba alta, rompían las olas del mar. Tampoco tenía comida, ni agua, ni atenciones. 

Hablé con los dueños del guesthouse sobre las perras que tenían en esas condiciones. Se reían. No veían gravedad en esos hechos. Y esto es algo que me ha pasado, y seguirá pasando allá donde vaya, porque lamentablemente el mundo está lleno de situaciones injustas e incomprensibles. 

Podría extenderme en hablaros de este alojamiento, pero resumiré que durante los días de nuestra estancia (5 noches), estuvimos alimentando a las 2 perritas, a los cachorros, y pasé muchos ratos con la perrita ciega, acariciándola y dándole un poco de compañía dada su situación de abandono. Intenté buscar una asociación en las islas que pudiera ayudar, pero no encontré ninguna. Y bueno, como he dicho, así es en gran parte del mundo, hay miles y millones de animales en situaciones de maltrato, y es imposible muchas veces ayudar. 

Barca típica de Filipinas en una playa de Camotes

Bangka típica de Filipinas en una playa de Camotes

 

A mí me gusta contar el todo de un lugar, porque, aunque en las fotos en redes sociales parezca que uno está en el paraíso, la mayoría de las veces hay una cara B que no se muestra. No estoy diciendo que Camotes sea un infierno, ni mucho menos, de hecho, creo que influye lo que ves, donde te alojas y tu propia personalidad. Yo soy una persona muy sensible y el sufrimiento animal me hiere seguramente más que a otras personas, además, el estar alojados en casa de alguien local, hace que vivas experiencias distintas a las que tendrías en un hotel o resort, que también los hay en Camotes. 

Dicho esto, quiero puntualizar que esa fue nuestra experiencia en este guesthouse, pero nada tiene que ver que estuviera en Camotes. Lamentablemente hay gente que trata mal a los animales en cualquier lado del mundo. 

Pequeño triciclo en una carretera de la isla de Poro

Triciclo en la isla de Poro

 

Nuestro alojamiento se encontraba a las afueras de San Francisco, el pueblo principal, donde había un mercado muy animado y la vida comercial de la isla de Pacijan. Nosotros podíamos usar la cocina del alojamiento, así que cocinamos la mayoría de los días. En un paseo por el pueblo de San Francisco la primera tarde, un chico que conducía una moto nos preguntó si la necesitábamos. No tardamos ni medio minuto en pagarle y allí mismo nos la dejó, sin papeleo ni nada más. Era una moto de marchas, Mike la condujo todos los días. 

El día siguiente de nuestra llegada, salimos temprano a recorrer la isla de Pacijan, la más grande. Hay una carretera que bordea toda la costa y salimos en dirección norte. Paramos en algunas playas, como Tulang Dako desde donde se puede divisar la islita de Tulang Diot. El día estaba nublado así que no nos apetecía bañarnos, pero íbamos parando en playitas a cada rato. 

Decidimos parar a comer al lado de Paraiso Cave, una de las cuevas importantes de Camotes. Al lado del restaurante también había una perrita muy delgada en condiciones terribles.  

Después de comer entramos a la cueva. Unas escaleras nos llevaron hasta el fondo, donde una piscina natural con agua cristalina nos sorprendió gratamente. Me recordaba a los cenotes mexicanos.  

Camotes son famosas por la cantidad de cuevas que hay. En ellas, encuentras piscinas naturales donde puedes darte un chapuzón. 

Miguel en la piscina natural de la cueva Paraiso

Miguel en la piscina natural de Paraiso Cave

 

Recorrer Camotes en moto es como estar en una película. El verde lo invade todo y hay carreteras rodeadas de palmeras que son una autentica maravilla.  

La vuelta en moto por la isla nos llevó al sur, a la famosa playa Santiago Bay. La marea estaba baja, y el día gris, así que no lucía tan bonita como la encontraríamos en días posteriores, pero es el lugar más conocido de Camotes y donde se hospeda la mayoría de los visitantes. 

De hecho, al día siguiente, con un solazo increíble, volvimos a Santiago Bay, esta vez sí que la marea estaba alta y la playa se mostraba preciosa. De hecho, fue una de las playas más bonitas que encontramos en nuestro viaje por Filipinas. 

Un señor que tenía una barca nos llevó cerca de unos acantilados rocosos donde pudimos estar una hora haciendo snorkel, la verdad es que vimos mucho coral, estrellas de mar y peces de todos los colores. Un gran acierto pagarle unos pesos a ese señor y poder disfrutar del fondo marino tranquilamente. 

Coral y peces azules en Santiago Bay

Fondo marino en Santiago Bay

 

De vuelta a la playa, hay muchos ‘chiringuitos’ y sencillos restaurantes. Comimos algo, tomamos unas cervezas y nos relajamos admirando la preciosa Santiago Bay.  

Pasamos el día entero en la playa. Ya al caer el sol encontramos una botella de cristal llena de pequeños cangrejos en su interior. Alguien los había recolectado, metiéndolos en la botella y la había dejado en la arena. Quien me conoce sabe que no podía pasar de largo. Los liberé a todos, que corrieron a esconderse en sus huequitos en la arena. 

Muchos pequeños cangrejos metidos en una botella de cristal

Botella de cristal rellena de cangrejos que liberé en la playa

 

En nuestro cuarto día en Camotes finalmente visitamos Poro, la isla vecina a Pacijan. A los pocos kilómetros encontramos Poro town, un pequeño y pintoresco pueblo que nos pareció encantador. Al igual que en la isla de Pacijan, recorrimos la carretera que transcurre al lado del mar, esta vez empezamos por el sur de la isla. 

Si Pacijan ya nos pareció una isla de cuento, Poro era un sueño. Había pequeñas carreteritas que te llevaban a alguna cascada o cueva, y que estaban flanqueadas por palmeras altísimas.  

Llegamos a la cueva Bukilat, una de las más grandes de Camotes. Estábamos solos, bajamos unas escaleras y nos encontramos una gran cavidad con piscinas naturales en donde se reflejaba la luz del sol que entraba por algunos huecos de la parte alta de la cueva. Una maravilla de lugar donde tomamos fotos y disfrutamos del silencio, solo interrumpido por las gotas de agua que caían de las estalactitas. 

Cueva Bukilat con piscinas naturales

Interior de la cueva Bukilat, en la isla de Poro

 

Al salir de la cueva, la chica que nos había cobrado el ticket nos dijo que había un español viviendo a 100 metros de allí, que no podíamos irnos sin saludarlo. Viajamos sin prisa, así que afortunadamente le hicimos caso.  

Delante del mar, en un lugar mágico, Toni, un mallorquín, había abierto un restaurante con mucho encanto donde servía platos españoles con muchos ingredientes del mar.  

El lugar ya no existe, se llamaba Dos Mares, seguramente fue una víctima más de la crisis de la pandemia, pero es de esos lugares que uno recuerda a pesar de los años. ¿Quién espera encontrar a un compatriota en un rincón de una pequeña isla no turística en Filipinas?  

Toni nos cocinó una tortilla para mí y pulpo para Miguel, también comimos arroz y por supuesto, tomamos una cerveza fresquita Red Horse.    

Después de comer nos pusimos las máscaras de snorkel y exploramos la costa frente al restaurante, pero había marea baja y era muy incómodo bucear con tan poca agua y tantas algas… 

Una mesa frente al mar con la comida servida en la isla de Poro

Comiendo como reyes en el restaurante de Toni, en la isla de Poro.

Perro y patinete de agua en el lago Danao

La calma del lago Danao

Decidimos volver a la isla principal y dirigirnos al lago Danao, Un precioso lago de agua dulce en el interior de la isla de Pacijan. Mike se colgó de la tirolina que sobrevuela el lago y pasamos un rato agradable viendo como pasan la tarde los filipinos, usando los patinetes de agua y tomando algo al fresco frente al lago. 

La realidad es que mientras pasábamos el día fuera del alojamiento nos olvidábamos un poco de la situación de las perras atadas, pero al regresar nos invadía la tristeza. Conseguí que desataran un ratito a la perra ciega y que pudiera caminar un poco. Pero al ratito volvía a estar atada a sus 30 cm de cuerda. 

El alojamiento hospedó a grupos de filipinos durante el fin de semana. Cocinaron carne y cantaron karaoke hasta altas horas de la noche. La realidad es que el pueblo filipino es muy alegre y les gusta pasarlo bien, pero yo en ese lugar y con esos animales en situación de abandono no podía sentirme a gusto. 

Cabe nombrar también que era habitual ver a grandes cangrejos pasearse por el alojamiento. Al estar a tocar del mar, entraban y caminaban a sus anchas. 

Ayuntamiento de Poro y la plaza del pueblo

Ayuntamiento de Poro y estatua de Rizal

 

Un perrito y yo disfrutando en la playa de Santiago bay

Disfrutando en la playa de Santiago Bay en compañía perruna

 

El ultimo día fue un regalo, decidimos despedirnos de Filipinas en la playa de Santiago Bay, había marea alta, un sol maravilloso, y poquísima gente, aun así, es muy grande, así que, aunque había otras personas, estaban lejos. 

Algunos perros vinieron al agua y pasamos el día jugando con ellos en el mar. Precioso 

Camotes me dejo huella, y, además, literal. El ultimo día, al tomar una moto para que nos llevara al puerto, me quemé la pierna con el tubo de escape. Pasé semanas curándome la quemadura y todavía tengo la cicatriz.  

Camotes es un lugar para salirse de los circuitos turísticos y disfrutar de playas tranquilas, cuevas escondidas y de la vida filipina sin tanta influencia extranjera. Aun así, creo que van a ser más y más populares con el tiempo y es que son un destino ideal si uno quiere tranquilidad, sencillez y recorrer con calma carreteras rodeadas de vegetación y palmeras.  

Por cierto, se dice que las islas Camotes son nombradas así por las batatas o patatas dulces, también llamadas Camotes, y cultivadas en las islas. Olvidamos comer camotes en Camotes. Tocará regresar. 

¿y tú, te animarías a visitar Camotes si viajas a Filipinas? 

Artículos relacionados

Mágica Georgetown

Mágica Georgetown

Georgetown es probablemente mi ciudad favorita de Asia. Es difícil escribir sobre un lugar que me gustó tanto. Esta crónica será muy personal y subjetiva....

leer más

Comentarios

0 Comentarios

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *